Golpe de estado, enfrentamientos, guerra civil, muerte, saqueos, dinamitazos, ponchos rojos versus autonomistas; es la variada gama de titulares que día a día consumen los noticieros de los canales de televisión y de algunos periódicos de tendencia amarillista. Diariamente observamos, oímos y nos deprimimos con las innumerables noticias que nos informan el colapso de la política en nuestro país y una posible fragmentación del Estado. Y por si fuera poco, esta corriente de desesperanza contagió a los populares y bastante reconocidos “analistas políticos” que al mejor estilo de un clarividente o futurólogo pretenden “ganar la tuja” vaticinando lo que va a suceder en el país. Estos futurólogos ya se equivocaron más de una vez y aun así continúan propalando mensajes llenos de violencia, confrontación y terror, y lo hacen con tal propiedad como si tuvieran una “bolita mágica” que se lo garantizara.
El súmun de esta teoría fue comprobada en la tan esperada fecha del 7 de agosto, que muchos analistas y conductores de televisión catalogaron como el apocalipsis boliviano ante una inminente confrontación entre ponchos rojos andinos y los cruceños autonomistas en la parada militar de las fuerzas armadas, ante un clima de tensión y miedo que ellos mismos generaron en la población, obviamente, con la colaboración del MAS, al enviar contingentes de campesinos para que participen en el circense desfile militar. ¡Basta ya! es el popular estribillo utilizado en manifestaciones contra gobernantes o contra sistemas que no convienen al país, este mismo estribillo utilicemos ahora ante el clima desalentador que propician el partido de gobierno desde lo alto, los líderes de opinión y los medios de comunicación desde abajo. ¡Basta ya! de generar confrontación entre bolivianos, ¡Basta ya! de sembrar un clima de disgregación y odio, ¡Basta ya! de hacernos sentir cada día menos bolivianos.
Mi exhortación como un ciudadano común y corriente, a las autoridades nacionales y departamentales, y a los opinadores y conductores de televisión; de transmitir un mensaje más real y coherente de lo que está sucediendo, un mensaje más prudente que permita orientar a una nación desesperada por cambios que no ocurren. No hagan leña del árbol caído; no jueguen con los sentimientos ni con la conciencia del ciudadano y asuman una actitud más responsable y ética como referentes de la opinión pública. Dejen de imitar a doña Berta Carmiña y conviértanse en verdaderos agentes de paz y de tolerancia, la población se los demanda.
Por mí, publicado en El Deber y en Radio Iyambae.com
martes, 16 de octubre de 2007
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